PRIMEROS PASOS: LA NOVELA REGIONALISTA:
Juan Valera (1824 – 1905)
Hijo de familia noble, fue un hombre culto y refinado. Aunque empezó a escribir cuando casi tenía 50 años, es uno de los escritores más destacados del realismo. Su obra, aunque escasa, destaca por su perfección formal y buen gusto literario.
Su novela más conocida es Pepita Jiménez. Narra la historia de un seminarista que se enamora de una joven con la que su padre viudo pensaba casarse.
José María Pereda (1833 – 1906)
Su extensa obra narrativa la componen principalmente novelas de ambientación rural. Escribió sus mejores obras en las últimas décadas del siglo, cuando dejó a un lado el realismo de tesis. Entre sus mejores novelas están: Sotileza (1885), epopeya de la noble y dura subsistencia de los pescadores en Santander; y Peñas Arriba, (1895), sobre la vida rural en la montaña cántabra.
ESCRITORES CERCANOS AL NATURALISMO:
Emilia Pardo Bazán (1851 – 1921)
La condesa de Pardo Bazán fue la única escritora destacada del periodo. Sobresalen sus novelas Los Pazos de Ulloa (1886) y La madre naturaleza (1887)
La primera se ambienta en un “pazo” o casa señorial de Galicia. De estilo naturalista, en la novela encontramos todos los temas más recurrentes del realismo-naturalismo: el caciquismo y sus consecuencias en la sociedad de una pequeña ciudad de provincias; el amor (y en ocasiones los abusos sexuales) entre personajes de diferentes clases sociales; la vida de los ricos propietarios y la de los humildes trabajadores del Pazo; la intervención política y social del cura del lugar ejerciendo su influencia y poder para condicionar la vida pública. La madre naturaleza es su continuación, y en ella se trata otro de los temas también de moda en el Naturalismo: el amor entre hermanos.
Vicente Blasco Ibáñez (1867- 1928) El más joven de su generación. Fue autor de un naturalismo muy condicionado por la ideología de izquierdas, anticlerical y republicana del autor. Tuvo éxito en España y sobre todo mucho éxito fuera, especialmente en EE.UU. Sus mejores novelas son las de ambiente valenciano. Son novelas de un naturalismo al estilo de Zola, que centran su atención en lo más sórdido y marginal de la sociedad; en este caso, en las gentes del campo valenciano que padecieron una vida de penalidades y humillaciones: Cañas y Barro, La Barraca o Arroz y tartana.
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