Novela posterior al 36
Poesía posterior a la Guerra Civil
Poesía posterior al 36
Teatro posterior a la Guerra Civil
Al igual que la poesía y la novela, el teatro también se vio afectado por las consecuencias de la Guerra Civil (1936-1939). Una vez acabada la contienda, comenzaron a representarse obras de muy baja calidad, que, sin embargo, eran aplaudidas por un público entusiasta. Además de la representación de nuevas obras teatrales, condicionadas en gran medida por la censura y basadas, en su mayoría, en la exaltación ideológica, se retomaron las obras clásicas de la literatura española, fundamentalmente las pertenecientes al Siglo de Oro y se adaptaron obras traducidas de autores extranjeros. Con todo, el teatro que siguió a la Guerra Civil fue, en general, de una calidad ínfima, y se encontró condicionado por las duras condiciones socioeconómicas en que se desarrolló.Años 40: TEATRO COMERCIAL
En los años 40, la escena española estaba dominada por un teatro “nacional” al servicio de la dictadura. Es un teatro evasivo, en el que dominan la comedia burguesa y el teatro de humor.
La comedia burguesa
Fue una evolución de la alta comedia, que cumplió la función de entretener al público y de educar mediante el elogio de la virtud. Se caracteriza por su perfecta construcción y por su intrascendencia. Entre otros, sobresale el tema del amor, empleado para exaltar la familia, el matrimonio y el hogar, con fines moralizadores: El testamento de la mariposa (1941), de José María Pemán.
El teatro de humor
Surge en torno a un grupo de humoristas de la revista "La Codorniz", fundada por Mihura, en 1941.
Los representantes más destacados de este género, alejado de la realidad inmediata, fueron Enrique Jardiel Poncela (que ya había iniciado esta corriente antes de la guerra civil), y Miguel Mihura, autores que presentan facetas que se han considerado precedentes del teatro del absurdo, al menos por la introducción de un humor disparatado y poético: Consideran que el humor en el teatro es un instrumento para dar una visión crítica de la sociedad y que debe expresarse por medio de situaciones inverosímiles, gags y diálogos absurdos de los personajes.
La producción de Enrique Jardiel Poncela se caracteriza por la incorporación de lo inverosímil, con ingredientes de locura y misterios. Los personajes pertenecen a la burguesía y aparece con frecuencia el esquema criado/amo y representan una sociedad, cuyos objetivos son el amor y el dinero. En los diálogos se entremezclan el humor verbal y el de situación: Eloísa está debajo de un almendro (1940).
- Teatro renovador: Miguel Mihura
Mihura siguió publicando nuevos títulos que continuaron con el humor, pero ya a un nivel mucho menos mordaz y crítico: Maribel y la extraña familia (1959).
Años 50: EL TEATRO DE PROTESTA Y DENUNCIA
Durante los años cincuenta y parte de los sesenta se desarrolla en España un tipo de teatro que trata de reflejar la realidad social tal y como esta se presenta cotidianamente, con una clara finalidad de denuncia. Se trata de un teatro comprometido que prescinde de fantasías e idealizaciones y denuncia las duras condiciones de trabajo, la deshumanización de la burocracia, la situación de los obreros, las injusticias sociales...; es decir, se convierte en el altavoz de las clases humildes y en el defensor de la dignidad vital. Este teatro tiene problemas con la censura, ya que el régimen de Franco no tolera las críticas. Además, el público conservador, habituado a autores como Jardiel Poncela, Mihura o Pemán, no admite novedades; por lo que se desarrolla en clara inferioridad de condiciones frente al teatro comercial de carácter cómico.
Esta corriente se inicia en 1949, con el estreno de Historia de una escalera, de Buero Vallejo, y continúa con otros autores, como Alfonso Sastre (Escuadra hacia la muerte) y Lauro Olmo (La camisa).
En Buero Vallejo se pueden distinguir tres etapas:
- Etapa existencial (reflexión sobre la condición humana): En Historia de una escalera (1949), los protagonistas son cuatro jóvenes, vecinos en el último piso de una vieja casa: Urbano, obrero de una fábrica; Fernando, dependiente de una papelería, Carmina y Elvira. La obra refleja un mundo gris en el que las frustraciones se repiten de generación en generación, tanto por el peso de la sociedad como por la debilidad personal. En 1950 escribe En la ardiente oscuridad, obra que plantea la lucha por la verdad y la libertad.
- Teatro social (denuncia de injusticias que atañen a la sociedad): Para evitar la censura, escribe dramas históricos, a través de los cuales analiza el presente: Un soñador para un pueblo (1958), dedicada a Antonio Machado; El concierto de San Ovidio (1962), en donde denuncia la explotación de un grupo de ciegos en el París de los años previos a la Revolución francesa; El tragaluz (1967), obra en la que utiliza recursos escénicos novedosos (escenarios múltiples, saltos en el tiempo o efectos de luminotecnia).
- Etapa de innovaciones: Aumentan los experimentos escénicos y los contenidos políticos:La fundación.
Años 60 y 70: EL TEATRO EXPERIMENTAL
Los nuevos autores consideran acabado el realismo social y buscan nuevas propuestas que se caracterizan por su oposición estética a los “realistas”, aunque en bastantes ocasiones las obras tampoco están exentas de crítica social. Muchas de estas obras no encontraron facilidades para ser representadas por problemas con la censura o porque sus audacias formales no encontraron fácil eco en el público. Es el teatro vanguardista, que tiene como finalidad la renovación del género dramático y cuyas características más importantes son las siguientes:
- Los autores persiguen la creación de un espectáculo total, en el que el argumento pasa a un segundo plano para ceder su lugar a los efectos sonoros, de luces, a la expresión corporal, proyecciones en grandes pantallas, etc.
- Se incluyen técnicas propias de otros espectáculos, como el circo, el teatro de marionetas, el cabaret, los desfiles...
- La comunicación no verbal es tan importante o más que la verbal.
- El punto de vista realista del teatro social desaparece en favor de un teatro simbólico, alejado de la realidad, aunque sin olvidar la protesta y la denuncia: los símbolos y parábolas se refieren a la dura realidad de los años finales del régimen de Franco
- Desaparece la disposición tradicional del teatro, que ahora se suele desarrollar en polideportivos, plazas de toros, plazas públicas, la calle, con la idea de que el espectáculo se mezcle con los espectadores, y que éstos sean un elemento más gracias a su colaboración.
- Estos nuevos grupos de teatro basan sus propuestas en corrientes dramáticas experimentales extranjeras, representadas por autores como Samuel Beckett, Eugène Ionesco, Antonin Artaud o Bertolt Brecht, así como algunos autores españoles considerados renovadores, como Ramón del Valle-Inclán (1866-1936), Federico García Lorca (1898-1936) o las primeras obras de Miguel Mihura (1905-1977).
Este teatro experimental comienza a andar en España gracias a la creación de una gran cantidad de grupos independientes de teatro, alejados de los circuitos comerciales, como los catalanes “Els Joglars”, “Els Comediants”, “La Fura dels Baus” o “Tricicle”; los madrileños “Los Galiardos”, “Tábano”, “Ditirambo” o “TEI" (Teatro Experimental Independiente)”.
Dos autores españoles, además de los grupos teatrales mencionados, destacan por su labor renovadora desde los años sesenta: Francisco Nieva y Fernando Arrabal (Pic-nic), fundador del grupo "Pánico" (del griego “pan”, todo).
EL TEATRO DESDE LOS AÑOS 80
Hoy el teatro en España es un género literario a cuya vitalidad han contribuido determinadas circunstancias:
• Algunos autores que, como José Sanchís Sinisterra con ¡Ay Carmela! o José Luis Alonso de Santos con Bajarse al moro, han tenido grandes éxitos de crítica y público.
• El surgimiento de Centros Dramáticos Nacionales, en diversas autonomías, especialmente en Madrid y Barcelona.
• Las producciones colectivas de grupos como los ya mencionados, que hacen un teatro provocador y rupturista que atrae a las generaciones más jóvenes.
• La aparición de talleres de teatro que contribuyen a la formación de actores y directores.
Entre los autores más jóvenes podemos destacar a: Paloma Pedrero (Besos de Lobo, 1991), Juan Mayorga (Cartas de amor a Stalin, 1998) o Ignacio Amestoy (Cierra bien la puerta, 2002, Premio Nacional de Teatro en ese año).
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