martes, 19 de mayo de 2015

La crítica teatral

Crítica teatral

La obra de teatro es un mensaje complejo, en el que se combinan diversos códigos: el oral, el gestual, el visual...por tanto, a la hora de juzgarla, debemos tener en cuenta todos estos factores. Para realizar una crítica conviene que valoréis al menos los siguientes aspectos:
  • El tema.
  • La acción o argumento, cuya estructura puede ser la tradicional (planteamiento, nudo y desenlace) u otra. Aquí podéis comentar si existe o no tensión dramática, es decir, si la obra crea una intriga que consiga mantener el interés del espectador.
  • El uso del diálogo o del monólogo. Conviene que os planteéis si el lenguaje utilizado por cada personaje es el adecuado a sus circunstancias y a su personalidad.
  • La interpretación.
  • La puesta en escena (iluminación, escenografía, vestuario, decorado, música...). Os detendréis más en los aspectos más llamativos o relevantes.
Aquí tienes un ejemplo de una crítica teatral de La lluvia amarilla, una  adaptación de una novela de Julio Llamazares:
 
La lluvia amarilla, novela que inspira este espectáculo, se nutre del humus de los relatos populares contados al amor de la lumbre: es igual de sencilla. . Julio Llamazares, su autor, hace la crónica del abandono de un pueblo del Pirineo aragonés y del enloquecimiento progresivo del pastor Andrés de Casa Sosas, su último habitante. 
En la adaptación escénica de José Ramón Fernández, condensada y fiel, el peso del relato en primera persona cae sobre Chema de Miguel, su intérprete único, que hace una composición física excelente del protagonista solitario. Emilio del Valle, el director, le ha marcado que permanezca durante todo el espectáculo sin pestañear, con los ojos desorbitados, cosa que el actor hace muy bien, pero sin modular su actitud permanentemente enfebrecida: es idéntica de principio a fin, lo mismo cuando relata las cosas más prosaicas que cuando ve aparecer un fantasma.
Igual que Llamazares pone un vocabulario culto en boca de un pastor, Del Valle hubiera podido diseñar una puesta en escena menos naturalista, para que el drama pase mejor. Lo intenta con unos intermedios musicales en vivo de Francisco Lumbreras, que suavizan la interpretación de Miguel, una octava más baja de lo que en él sería natural. Aunque Casa Sosas nos hable desde su último día de vida y cuanto diga esté coloreado por su locura, en ciertos momentos se le podría haber marcado un registro llano o puramente narrativo, para crear contrastes. La escenografía de Francisco Ramírez es sencilla, poética y evocadora.

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